Por Antonio Castro Manzano
De ninguna manera.
La gente del cine ha muerto y sigue muriendo en un accidente por causas más simples.
Los continuos desplazamientos por tierra, mar y aire a que se ven obligados productores, directores, actores y técnicos; el apresuramiento, en ocasiones, y desde luego los riesgos de una filmación en condiciones desusadas, son el nutrimiento de las elevadas estadísticas.
Por lo general, la gente del cine muere en las carreteras al volante de un automóvil o en una tragedia aérea, si bien hay quienes mueren accidentalmente de la manera más absurda: una resbalada en el baño; un paso en falso en las alturas, y hasta de asfixia por glotonería.
Algunos de los aquí citados murieron mientras filmaban, bien por negligencia de alguien, bien por la falta de cuidado propio; otros por causas enteramente fortuitas, no predecibles. Y hay muchos, desgraciadamente, por mezclar la gasolina con el alcohol.
La gente del cine muere por muchas causas y de muchas maneras diferentes, pero no porque tenga predisposición natural a la tragedia.
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