sábado, 19 de julio de 2008

FRIEDERICH W. MURNAU (1888-1931)




¿CASTIGARON LOS DIOSES SU OSADIA?

Por Jesús Iglesias Lerroux

En una de las tantas islas de los Mares del Sur, la actividad era inusitada aquella cálida mañana de mayo de 1931. Un ejército de actores, técnicos y ayudantes daban los últimos toques al escenario donde habría de rodarse la secuencia final de la película “Tabú”.

El director, Friederich W. Murnau, que lograría con esta cinta una bellísima historia de amor, dio instrucciones a los indígenas Rori y Metahi, protagonistas principales, y luego ordenó que se pusieran en movimiento las cámaras.

Un grupo de indígenas, ocultos en la maleza, observaban con manifiesto terror cuanto ocurría en aquel pedazo de selva. Al concluir las toma dos nativos se acercaron a Marnau y en su dialecto —que Rori se encargaría de traducir— le reclamaron profanar lugares sagrados, lo cual traería sin duda sobre él la ira de los dioses.

Murnau rió incrédulo y ordenó entregar unas baratijas a los indígenas.

Un mes más tarde, ya en Estados Unidos, Murnau transitaba por la carretera a Santa Bárbara, en California, cuando su automóvil derrapó súbitamente y se volcó.

Murnau murió desnucado.

Los polinesios, que desde un principio se opusieron a la filmación de “Tabú”, estuvieron convencidos de que los dioses habían castigado la osadía del cineasta alemán, indudablemente uno de los más prolíficos y excepcionales que ha dado el cine.

Murnau estudió en Berlín historia, literatura, filosofía y música, primero en la Universidad de Heilderlberg y más tarde en el Conservatorio Nacional. Ingresó luego a la escuela de arte dramático de Max Reindhart y de allí salió para dirigir películas.

Durante la primera guerra mundial, Murnau combatió en varios frentes y fue herido de gravedad. Derribó ocho aviones y fue condecorado once veces.

Entre sus mayores éxitos están “Nosferatu”, libre inspiración de la novela “Drácula” de Brian Stocker; “El último”, un poema trágico, y “Tartufo el hipócrita” y “Fausto”, de Moliere, las dos antológicas e interpretadas magistralmente por Emil Jennings, en la primera como Tartufo y en la segunda como Mefisto.

En “Fausto”, Murnau desplegó tal fantasía e imaginación que Hollywood lo llamó. En Estados Unidos hizo, entre otros filmes, “Amanecer”, “Los cuatro diablos”, “El pan nuestro de cada día” y, desde luego, “Tabú”.

Murnau fue uno de los pioneros del impresionismo-realismo en el cine y quien introdujo en la industria elementos diferentes, francamente innovadores, como audaces tomas y enfoques que marcaron la pauta a los demás realizadores. Fue, ciertamente, un hombre que con el megáfono en la mano se anticipó a su tiempo.

Su muerte, a los 42 años, privó a su patria de adopción, Estados Unidos, y a su patria real, Alemania, de uno de los mejores cineastas de todos los tiempos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es raro que en este artículo no detalles el motivo real del accidente de Murnau, descrito con lujo de detalles por Kenneth Anger. Murnau viajaba en el coche con su joven sirviente polinesio (menor de edad), y mientras el chico conducía Murnau le iba practicando sexo oral. Debido a eso derraparon y ambos fallecieron (Murnau desnucado, como bien dices).

Anónimo dijo...

mayordomo filipino, no polinesio